El Rey del Comic: MARIO IGOR FANTASÍA PURA

En el color, se refleja, el encanto, que

le daba (Coré), su maestro chileno.

Cuando me presenté, a la primera reunión de trabajo, en Condorito, Pepo, me presenta, a un señor, que tenía pinta de oficinista, muy afeitado, un poco recargado, a colonia de afeitar, y, perfectamente engominado, terno negro, corbata negra, camisa blanca y sus zapatos negros, muy bien lustrados. Pensé, que era el jefe administrativo, pero, Pepo, me dijo: “Él es Mario Igor, hace las portadas de la revista Okey. Para mí, es un lujo, tenerlo en el equipo. Y Adolfo Urtiaga, un artista argentino, que dibuja Patoruzito, que conmigo estará trabajando, dos años, y si él quiere, seguir conmigo, me sentiré feliz”. Luego de conocer, al resto, del equipo de Condorito, almorcé, con Ric y Mario, en el casino, de Zig Zag. Desde ese momento, nos hicimos muy amigos, junto con Abel Romero, que para mí, es uno, de los grandes dibujantes, de cómics, que ha producido, editorial Zig Zag.

Igor, siempre pasaba, a verme, a mi oficina, que compartía, con Themo Lobos. Mario, pertenecía, a la generación de dibujantes, buena onda. A mí, me corrigió, varios detalles, en mis monos, que yo hacía demás. Mario Igor, era un tipo, que se sentía, feliz, de ser chileno. A veces, en algunas reuniones, que hacíamos, con unas copitas demás, decía: “Soy chileno mierda”.

Posiblemente, debido a su patriotismo, no aceptó, irse a Europa, incluso, le envíaron, los pasajes desde Suecia. De todas maneras, Mario, dejó un gran discípulo, también amigo mío, Manuel Cárdenas.

Para un dibujante, como Mario Igor, la historia de su arte, a veces, es difícil contarla, Mario, es del sur de Chile, su cabeza, siempre estuvo, llena de fantasía, me lo contaba su hermano, que también era dibujante.

Mario, cuando era niño, se sentaba en las rocas, a la orilla del mar, en Puerto Montt, el era nacido allá, y echaba, a correr, su imaginación, creando, barcos fantasma y monstruos marinos, y le contaba historias, a los niños, de su edad, para entretenerlos, luego, descubrió, algo, más interesante, en las tardes, en el verano, llegaban, a Puerto Montt, varios pintores famosos, a los que, les gustaba, pintar las puestas de sol, o los botes de los pescadores, a Mario, le gustó, muchísimo, eso, y pronto, se hizo amigo de ellos, y les armaba los atriles, además les compraba café, y les lavaba los pinceles, ellos, a cambio, le regalaban, blocks de dibujo, y lápices, muy pronto aprendió a dibujar, y mostró, una gran variedad de ilustraciones, que, los pintores, no podían creer, que él hiciera esas fantasías, un día, uno de los pintores, llamó a Mario, y le dijo: “A nosotros, se nos ocurre, que, tus dibujos, debieras enviarlos al Peneca”, una revista de historietas de la época, eso le gustó a Mario, y envió, unos dibujos, a la semana, recibió, un sobre, con una revista, donde publicaron, unos dibujos, de él, y un cheque, para que diera una vueltecita, por Santiago, todos, estabán, asombrados, por el manejo de la anatomía, y, proporciones, de la figura humana, él aprendió, dibujando, a personas, y se fijaba en las proporciones, el tema es, que, Igor, como sus antepasados noruegos, siguió navegando, en sus fantasías, ahora, dibujadas en papel.

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